domingo, 23 de mayo de 2010
Hasta la vista, brujilla
Conteniendo las lágrimas que le pulsaban en los ojos, Condwiramurs abrazó con fuerza a Nimue. Sintió cómo temblaba la pequeña hechicera. Se mantuvieron abrazadas durante algún tiempo. Sin palabras.
Luego las dos se dieron la vuelta y miraron el lugar donde había desaparecido la Puerta de los Mundos.
De nuevo, párrafo de "La Dama del Lago", de Sapkowski
Al que, por cierto, ¡veré en la presentación de el último libro de la saga en Madrid!
jueves, 20 de mayo de 2010
Reflexiones 1
Algunos, he oído, sueñan con que no haya un final.
Que no haya un final...
Yo creo que no entienden la magnitud de sus palabras.
Si no hay final, ¿para qué plantarse objetivos?
Al no tener límite, pierdes tus metas, porque estarás siempre intentando alcanzarlas, y lo pierdes todo...
Sin embargo, ahora pienso en el final.
Y me aterra. Aunque supongo que eso es lo que da ganas de vivir, ¿no? saber que tienes que aprovecharlo todo al máximo porque nuestra vida se apagará algún día.
Y aunque me aterre, tengo que estar dispuesta a aceptarlo.
Lo que pasa es que hay veces que, a causa del miedo, me vengo abajo en lugar de disfrutar de eso que me hace feliz, de aquellos a los que más quiero.
Aquellos que son, precisamente, los que hacen que mi vida tenga sentido.
Y sucede que algúnos días, como éste, son maravillosos.
Días en los que no pienso en ello. Aunque siga teniendo miedo, y supongo que nos pasará a todos o a la mayoría, lo escondo, y no sale hasta haber pasado un tiempo considerable.
Y pasa que, cuando me vengo abajo y creo que nunca podré volver a subir, me acuerdo de aquellos días y así, poco a poco, voy alcanzando la superficie de nuevo.
Por eso, he llegado a una conclusión: y es que la felicidad se compone de aquellos momentos en los que estás tan concentrado en algo bueno, tan eufórico, que no puedes pensar en nada más, porque ni siquiera te lo planteas. Sois ese momento y tu.
Rivia
Vysogota, sabiendo de pronto lo que estaba a punto de escuchar, sintió como se le arremolinaba la saliva en la boca como si fuera la ola de una inundación."
ANDRZEJ SAPKOWSKY, La Torre de la Golondrina.
Mía
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