Porque si no me besas ahora, ya siempre será tarde.
Me senté bajo la sombra de un árbol y pensé sobre aquello que me dijiste.
Pero las palabras nos separan, y dos nubes se cruzan en nuestro camino.
Los fantasmas no soportarían que estuviésemos juntos, y nos lo hacen ver.
Me lo hacen ver, al menos.
Si vas a la quinta estrella, puerta Este, quizás me encuentres.
Entonces grita mi nombre y llora. LLora sin parar.
Y deja tus huellas en la arena.
Léeme en silencio.
miércoles, 29 de junio de 2011
lunes, 27 de junio de 2011
viernes, 3 de junio de 2011
jueves, 2 de junio de 2011
Las hojas secas
-¡Nunca se borrará ese recuerdo de mi memoria. Ella era joven, casi una niña, hermosa y pálida. Él le decía con ternura: -¿Por qué lloras? -Perdona este involuntario sentimiento de egoísmo -le respondió ella enjugándose una lágrima-; lloro por mí. Lloro la vida que me huye: cuando el cielo se corona de rayos de luz, y la tierra se viste de verdura y de flores, y el viento trae perfumes y cantos de pájaros y armonías distantes, y se ama y se siente una amada, ¡la vida es buena! -¿Y por qué no has de vivir? -insistió él estrechándole las manos conmovido. -Porque es imposible. Cuando caigan secas esas hojas que murmuran armoniosas sobre nuestras cabezas, yo moriré también, y el viento llevará algún día su polvo y el mío ¿quién sabe adónde?
Yo lo oí y tú lo oíste, y nos estremecimos y callamos. ¡Debíamos secarnos! ¡Debíamos morir y girar arrastradas por los remolinos del viento! Mudas y llenas de terror permanecíamos aún cuando llegó la noche. ¡Oh! ¡Qué noche tan horrible!
G.A.BÉCQUER
Yo lo oí y tú lo oíste, y nos estremecimos y callamos. ¡Debíamos secarnos! ¡Debíamos morir y girar arrastradas por los remolinos del viento! Mudas y llenas de terror permanecíamos aún cuando llegó la noche. ¡Oh! ¡Qué noche tan horrible!
G.A.BÉCQUER
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