Al caminar por un bosque oscuro y devastado dejo rastro de amapolas.
Cuando levanto la vista diviso, a lo lejos, una extraña y borrosa figura que despierta mi interés. Movida por la curiosidad, avanzo hundiendo mis pezuñas en el barro, volviéndose la forma cada vez más nítida. Al llegar al esperado destino, descubro con sorpresa que se trata de un cervatillo, de mí, porque soy yo, y entonces todo el monte se cubre de aquellas flores rojas.
Sólo temo a las personas incapaces de encontrarse a sí mismas.
ResponderEliminarEn realidad, a casi todo el mundo.
Yo me temo a mí misma, porque me pierdo.
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