lunes, 1 de noviembre de 2010

Monika


-No soy guapa -dijo Monika.
Monika Szreder tenía razón.
No, Monika no era fea. Simplemente no era guapa. Era la quintaesencia de la falta de belleza, irradiaba una falta de belleza capaz de contaminar todo lo que hubiera podido embellecer a cualquier otra, incluso a la muchacha más fea del mundo. De alguna forma incomprensible, un conglomerado de rasgos que en sí mismos eran atractivos, agradables, incluso hasta hermosos, en el caso de Monika se convertían en indeterminados, desagradables e insípidos.

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