Ilustración hecha por © Siakim
14
de diciembre de1790
Al
viejo Theor
Te
preguntarás por qué no te he escrito durante todo este tiempo y,
con razón, ninguna justificación que te dé será suficiente. Ya sabes lo
mucho que me cuesta sentarme a escribir, por lo que te pido que
valores este esfuerzo, a pesar de que hayan pasado tantas estaciones.
¿Adivinas
dónde estoy? Te daré una pista: solsticio de verano de 1786. En
efecto, estoy apoyando el papel sobre esa mesa de madera rota de
entonces. Todo sigue aparentemente igual: las mismas banquetas sucias
-algunas de ellas algo más cojas-; los mismos cuadros antiguos de
colores fríos colocados, con pésimo gusto, sobre la misma pared;
los mismos clientes ebrios, aunque algo más viejos que entonces; las
mismas risas descontroladas inundando la misma barra, tan vulgar...
Sin embargo, si uno se fija bien, se da cuenta de que hay algo que
estaba entonces y que hoy, cuatro años más tarde, brilla por su
ausencia: me refiero, por supuesto, a aquellos frascos gastados y a
la presencia viva que estaba siempre en torno a estos. Los aldeanos
me preguntan por ti, Theor, y se me están acabando las excusas.
Pero no temas, ya sabes que siempre me guardo un as en la manga, así
que tu secreto está a salvo conmigo.
Ella,
sin embargo, creo que se ha dado cuenta de que no le cuento toda la
verdad.
Te preguntarás si seguimos juntos después de todo lo que
pasó, pero me temo que la respuesta es negativa. Nuestros destinos
se separaron en aquel laberinto intrincado y me parece que no volverán
a cruzarse, al menos no de aquella manera. Ambos encontramos la
salida, por supuesto, pero de distinta forma, tal y como habíamos
intuido desde un principio.
Ella
ahora es feliz, muy feliz. Nuestra hija, Lyra, vino al mundo sin
problemas, completamente sana, igual que su madre. Además, son
idénticas: los ojos, la sonrisa, el tono de piel... nadie
puede dudar acerca de quién es la madre de la pequeña. De mí, por
el contrario, solo ha heredado la nariz respingona y una extraña
facilidad para meterse en problemas.
Te
preguntarás, también, si está con otro hombre y debo decirte que
sí, lo está. Pero, para tu información, ¡no estoy en absoluto
apenado! Más bien al contrario: cuando ocurrió todo aquello admito
que no podía dejar de culparme a mí mismo, noche tras noche, por
haberla dejado escapar, pero ahora es diferente y esa responsabilidad
me ha dejado, por fin, respirar.
Te
interesará saber que aprendió también, tras numerosos intentos, a
liberar a Iris solo cuando fuese oportuno y no como fruto de la
irracionalidad con la que solía tomarse las cosas. Ahora ella es
fuerte y ha dejado de juguetear con... eso. Bueno, en realidad sí
que lo hace a veces, pero su uso no va más allá de lo meramente
imprescindible -como ves, hace caso a tus consejos, viejo-, y ha
escondido todos los botecitos, de manera que la pequeña aún no sabe de
su existencia.
Creo
que el resto de novedades te las contaré cuando me respondas porque
sé que, en estos momentos, la duda te está devorando por dentro, por
mucho que no lo quieras admitir y, de este modo, me garantizo una
carta en la que figures como remitente en mi puerta durante las
próximas semanas.
Escríbeme
pronto, Theor, y no tardes lo mismo que yo, por la Diosa. Como solías
decir “muy necio es aquel que imita los errores del descuidado cuando
es consciente de ellos”.
P.D.:
Si la primavera es amable y permite que los caminos estén
despejados, podrías venir a hacerme una visita. Te prometo que nadie
se dará cuenta y que te reservaré el mejor queso de la temporada.
Por supuesto, también tengo aún guardada aquella botella de vino
que está esperando a ser abierta en cualquier ocasión especial en
la que ambos estemos presentes.
Recibe
un fuerte abrazo
CONTINUARÁ
ewe Continúa cuando quieras, pero continúa la historia. Naku *
ResponderEliminarGracias, Naku! Lo haré! :D
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